Este artículo habla sobre un
problema de interés general para toda la comunidad médica, pues se comenta
sobre el manejo de “bebés medicamento”, lo cual repercute no sólo desde una
perspectiva biológica, sino también como un tema antropológico, ético y deontológico.
Antes de hablar sobre los
llamados “bebés medicamento”, se deben determinar ciertas generalidades
embriológicas, para poder abordar el tema de manera correcta.
·
El momento que marca el inicio de la existencia
de un nuevo ser humano está constituido por la penetración del espermatozoide
en el oocito. La fecundación impulsa toda una serie de acontecimientos
articulados y transforma la célula huevo e cigoto. El pronúcleo masculino sufre
profundas modificaciones bioquímicas y estructurales que depende del citoplasma
ovular y que van a predisponer la función que el genoma masculino comenzará
inmediatamente a desarrollar. El oocito, después del ingreso del espermatozoide,
completa su segunda división meiótica y expulsa el segundo corpúsculo polar,
reduciendo su genoma a un número haploide de cromosomas con el fin de
reconstituir, junto con el espermatozoide, el cariotipo característico de la
especie.
Tomando estos criterios, se puede
afirmar que el embrión humano en la fase de la preimplantación es:
a) Un
ser de la especie humana.
b) Un
ser individual.
c) Un
ser con la finalidad de desarrollarse en cuanto persona y con la capacidad intrínseca de realizar ese
desarrollo.
Los “bebés medicamento” son embriones libres de
enfermedades hereditarias específicas y producidos con la finalidad específica
de ser compatibles con sus hermanos del que podrán ser donantes.
El primer "bebé medicamento" producido íntegramente en España nació en el Hospital Virgen del Rocío de Sevilla en octubre de 2008.
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